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En los pasillos de los institutos de Nueva York, Texas o Nuevo Hampshire, cada vez se escuchan menos notificaciones de WhatsApp y más sonidos de guitarra. No salen de iPhone, sino de auriculares con cable conectados a dispositivos que se resisten a extinguirse. Entre mochilas y libros, están los iPod. Sí, esos mismos que se manejan mediante una rueda y una pantalla diminuta.
Esta suerte de moda juvenil surge después de que, como está sucediendo también en España, multitud de centros educativos estadounidenses adopten medidas para frenar las distracciones digitales. Prohibiendo móviles pensaba conseguirlo, pero ha surgido un efecto contrario.
Decenas de colegios e institutos de Estados Unidos han endurecido sus normas en los últimos años en todo lo referente a portar dispositivos como el iPhone. En algunos incluso se entregan fundas magnéticas para guardarlos y que estos no tengan conexión, ni puedan abrirse. Una funda Faraday, vaya.
No es mala idea si tenemos en cuenta lo lícito del objetivo: menos TikTok y más matemáticas (o la asignatura que toque). De paso, se trata de reducir la demostrada dependencia que sufren los más jóvenes con este tipo de dispositivos.
El probmema es que los jóvenes son eso, jóvenes. Pero no tontos. Y el instinto de supervivencia siempre sale a flote, aunque el reto sea pasarse unas horas sin su móvil. Es así como, tal como retrata The New York Times, empezó a emerger la tendencia de llevar viejos reproductores de música a las aulas. Desde los ya arcaicos walkman o discman hasta los icónicos iPod de Apple.
Más allá de la picaresca, el fenómeno tiene tintes de componente cultural. No es solo un acto de rebeldía, sino una especie de regreso a un pasado no tan lejano, pero que jamás vio a esta generación. Música sin interrupciones, sin notificaciones y sin la ansiedad que perciben de las redes sociales.
El 23 de octubre de 2001, Steve Jobs sabía muy bien lo que hacía cuando se sacó del bolsillo el primer iPod que vio la luz. Acabaría revolucionando la forma en la que escuchamos música y, a la postre, siendo el preludio de la siguiente revolución que inició el iPhone. Pero lo que seguramente no imaginaba, es que 24 años después, esa mismísima primera generación del reproductor seguiría en las mochilas y manos de los jóvenes.
Gráfico de Sherwood News sobre el interés de los jóvenes en viejos iPod
Acostumbrados a tener todo en el móvil, encuentran en el iPod una rareza que les fascina. Por un lado tiene el irremediable atractivo vintage de todo producto que tenga ya más de 20 años. Y por otro, es una nueva vía de escape. En algunas entrevistas, algunos estudiantes señalaron que escuchar música sin la tentación de abrir Instagram les ayuda a concentrarse mejor en los descansos y aliviar la presión durante las clases.
Además, pese a llevar años sin venderse, el mercado circular ayuda a conseguir uno. No solo vemos que hay decenas de unidades en eBay, Wallapop y otras plataformas de compra-venta. También en Google Trends se reflejan picos de búsqueda del producto, teniendo precisamente en Estados Unidos su mayor interés.
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